El Control del Tipo de Cambio: Lo
peor de dos mundos
Luis Angarita
El Tipo de Cambio (TC) en el Comercio Internacional
ha tenido una evolución no siempre armoniosa en el contexto internacional
debido a que, a lo largo de la historia, se ha aprendido a usar como
herramienta cambiaria y, de forma derivada, como instrumento de política
comercial.
Sin ir mucho más atrás en la historia, ni
referirnos a las devaluaciones en la época mercantil, ni la estabilidad lograda
con el pacto formado con el Patrón Oro, vemos como en la época de la Gran
Depresión de la Década de los 30 se dieron las condiciones para que los países,
en un contexto de estancamiento económico, buscaran devaluar sus monedas para
lograr la reactivación de su aparato productivo, lo que originó en la conocida
Guerra de Divisas, y que motivó la creación de las instituciones de Bretton
Woods, particularmente del Fondo Monetario Internacional, como nuevo pacto de
estabilidad del sistema de intercambio de monedas internacional.
De esta manera conseguimos que la primera gran
acción que motiva la alteración del tipo de cambio es su depreciación para
lograr la reactivación del aparato productivo, bien sea por la reducción de la
Tasa de Desempleo, o bien, por impulsar la tasa de crecimiento económico
de manera global a partir del abaratamiento de los productos nacionales, y el
correspondiente encarecimiento de las importaciones del país.
Otro de los capítulos que demuestra la utilización
del TC como estrategia comercial tiene que ver con el impulso del Modelo
Industrialización por Sustitución de Importaciones, en el cual la valoración
del tipo de cambio era característicamente sobrevaluado, con la intención de
abaratar las importaciones de bienes de capital que permitiesen la construcción
de un parque industrial que encaminara el ansiado proceso de sustitución
productiva.
De igual forma, observamos que la acción
alternativa en la intervención del TC es su apreciación en la búsqueda, de
manera similar, de abaratar insumos que permitan lograr un salto cualitativo
del proceso productivo nacional. En ambos casos es visible que la
intervención del precio de la moneda nacional viene acompañado de prácticas
comerciales, bien sea de liberación o de protección según sea el caso, que
apuntalen los esfuerzos originales que motivan la manipulación del TC.
En el caso de Venezuela, desde el año 2003 hemos
asistido a un proceso de intervención del mercado cambiario, tanto en la
alteración control de precio, como en el proceso de administración al acceso de
divisas dentro del mercado interno. Un lujo que sólo puede darse un país
que controla más del 90% de la generación de divisas dentro del mercado
nacional. Este sistema de control de cambios ha tenido distintas formas de
administración, con figuras administrativas tales como CADIVI, CENCOEX, SIMADI,
DIPRO, DICOM, entre otros.
En los actuales momentos, el sistema cambiario, más
allá del control al acceso de divisas, está determinado por dos precios, DIPRO
y DICOM.
El primero, abiertamente sobrevaluado o
apreciado, denominado DIPRO a un valor de 10 Bs/USD, está destinado al
acceso de divisas a bienes prioritarios para la sociedad tales como:
alimentos, medicamentos, entre otros, productos principalmente de consumo final
y con escaso valor agregado, y que coincide con la característica principal del
Sistema Productivo Nacional. La consecuencia directa de esta intervención es
que el producto extranjero, es abiertamente más barato, en términos
comparativos y de manera artificial, que la los productos nacionales,
principalmente agropecuarios, impidiendo un impulso del empleo productivo
y una reactivación de la producción nacional de los bienes que están
directamente asociados a la lista de productos “protegidos” por la política
cambiaria.
El segundo, denominado DICOM, se muestra
abiertamente depreciado (o devaluado), con un valor de 660,90 Bs/USD (al 17/10/2016),
representando 64 veces el valor del DIPRO y 40% por encima de referentes
teóricos tales como el TC Implícito (563,73 Bs/USD) (relación de masa monetaria
con las Reservas Internacionales) o TC con Paridad del Poder Adquisitivo
(PPA). La consecuencia directa de esta acción es el encarecimiento de los
productos importados, y el abaratamiento de la Producción Nacional, con el
pequeño detalle que esta acción tampoco está orientada al alza de la capacidad
productiva, ya que gran parte de los rubros con productividad en el país,
coinciden con la lista de productos protegidos por la tasa de cambio protegida,
que genera competencia extranjera abiertamente más barata que su competidor
nacional. De esta manera, la devaluación de la moneda consigue al país con una
escasa capacidad de generar sustitutos nacionales de los bienes importados,
artificialmente encarecidos.
Para el primero de los casos, la sobrevaluación,
parece no estar acompañada de una política comercial coherente a este tipo de
iniciativas, por lo que, adicional a la generación arbitraria de una
competencia poco leal a la producción nacional, esta competencia no está
limitada por alguna política de protección arancelaria o de cualquier otro
tipo. Para la devaluación del TC, está acompañada de un proceso de apertura
comercial, insertado en la inclusión de Venezuela en el esquema de integración
MERCOSUR, que conlleva un acceso a mercados mayores, pero que adolece de una
estrategia de escalonamiento de la producción nacional para materializar este
acceso a un mercado más amplio y competitivo, lo que implica que la competencia
internacional afecta de una manera más que proporcional a la productividad
nacional.
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